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HISTORIA DE LA COSMÉTICA II: DE ROMA AL RENACIMIENTO

El pueblo romano junto con Grecia y Egipto ha sido uno de los más prósperos de la historia y gran parte de sus costumbres, tradiciones, métodos e inventos han llegado hasta nuestros días, incluido todo aquello que tiene que ver con la cosmética y la belleza.

Aunque son muy parecidos, los cánones de belleza romanos no se corresponden totalmente con los griegos. Así como los griegos se preocupaban por la perfección de las partes dentro del todo, los romanos no le dieron tanta importancia a la perfección, sino a la expresividad.  Tal y como podemos ver en numerosas obras de arte, los rostros de las pinturas romanas siempre cuentan con una expresión en el rostro.

En cuanto a los diferentes cosméticos, los romanos utilizaron los aceites esenciales en medicinas, masajes, perfumes y rituales, heredando tanto la cultura egipcia como la griega en el cuidado personal.

Contra la piel seca y las arrugas se utilizaba principios activos cuyos beneficios también han llegado hasta nuestros días como la cera de abejas, el aceite de oliva o el agua de rosas. En Roma también encontramos los primeros profesionales de la belleza como los ‘cosmetriae‘, esclavos a cargo de todos los servicios de tocador, y las ‘ornatrices‘, sirvientas especializadas en belleza y peluquería.

La mujer de la Edad Media soportó las consecuencias de una época caracterizadas por la austeridad, las frecuentes guerras y las grandes epidemias.

Durante la larga Edad Media, los ideales religiosos hacen mella en la sociedad y los cosméticos caen en desuso en la cultura cristiana. Sin embargo, la cultura musulmana sigue utilizando sus ungüentos, especialmente esencias aromáticas muy fuertes.

El Renacimiento es uno de los grandes momentos de la historia universal que marcó el paso del mundo medieval al mundo moderno.

La concepción de belleza en el Renacimiento se fundamenta, básicamente, en una armonía de proporciones. Se sigue defendiendo la idea de belleza según la cultura de la antigua Grecia. El ideal de belleza de las mujeres nobles renacentistas consistía en tener un cuerpo de formas muy curvadas, la frente alta y despejada, sin apenas cejas y la piel blanquecina.

A finales del siglo XVI se publican libros y tratados de belleza con toda clase de recetas de cosmética y escritos para corregir defectos del cuerpo. La misma Catalina de Medicis se interesó por todo lo referente a la estética y dedicó parte de su tiempo al estudio de ungüentos y combinaciones de cremas para conseguir una piel bella y cuidada.

El cuidado de la piel fue prioritario, sobre todo lograr un aspecto sumamente blanquecino. Sin embargo, la higiene era descuidada y la cosmética solía utilizarse para cubrir malos olores y suciedad.

En el siglo XVI los monjes de Santa María Novella crean el primer laboratorio de productos cosméticos y medicinales.

Existía una obsesión por el maquillaje y los perfumes. Al igual que la mujer, el hombre también se maquillaba y buscaba dar a su aspecto cierto toque afeminado.

En cuanto al cabello, los peinados eran monumentales. A finales del siglo XVII los hombres empiezan a utilizar pelucas y las mujeres postizos y tocados de gran tamaño. El pelo iba retirado de la cara y se llevaba con tirabuzones y rizos. Toda esta moda viene impuesta por la corte, especialmente la francesa, quien convierte este siglo en la Edad de Oro de la cosmética.

Esperamos que os haya gustado esta nueva entrada sobre la historia de la cosmética y la belleza y os esperamos la semana que viene con una nueva entrada muy interesante.

¡Feliz lunes!

Equipo Hialucic