La belleza nunca ha sido algo absoluto e inmutable, sin embargo, el ser humano siempre ha sentido la necesidad de poseerla y admirarla adoptando distintos rostros según la época histórica y el lugar.
Hoy empezamos la semana echando la vista atrás para descubrir todos los entresijos del sector de la cosmética y la belleza en dos de las civilizaciones más importantes de la antigüedad: Egipto y Grecia. ¡Esperamos que os guste!
La cosmética ha estado unida a la belleza desde las primeras civilizaciones. Algunos expertos consideran la civilización egipcia una preindustria en el ámbito de la belleza y el maquillaje. Gracias a la cantidad de herramientas encontradas podemos saber que, aunque los productos no eran siempre los mejores para la piel, utilizaban unas técnicas muy sofisticadas.
El término belleza para los egipcios no tenía nada que ver con el significado que le conferimos nosotros hoy en día. Para ellos, el término belleza era sinónimo de bueno, de hermoso, de armonioso y, sobre todo, de perfecto. Desde los comienzos de su historia, el hombre egipcio se preocupaba por conservar su cuerpo lo más perfectamente posible. Por este motivo, se valían de los recursos que tenían y se preocuparon mucho por conocer a los animales, las plantas y los minerales que les proporcionasen un mayor y mejor bienestar.
Con respecto a la higiene, los egipcios pensaban que un cuerpo limpio era un cuerpo saludable, por eso, se lavaban varias veces al día incluso con friegas de barro para exfoliarse y arrancar toda suciedad.
Después de la limpieza corporal, el segundo objetivo era conseguir que la piel no se resecase, manteniéndola húmeda, suave y elástica. Para ello, la utilización de ungüentos a partir de aceites tanto animales como vegetales era primordial. También conocieron los beneficios terapéuticos de un buen masaje corporal con aceites y otras sustancias.
Además de esto, mantener un rostro joven ha sido y es la lucha del hombre y la mujer desde la antigüedad. Para conservarse hermosas, se sabe que la mujer egipcia no se exponía al sol, permaneciendo en el interior de la frescura del hogar y utilizando diferentes fórmulas para mantenerla en perfecto estado. Al alcance de todo el mundo estaban las semillas de alholva (fenugreek), una planta utilizada como forraje cuyo aceite estaba recomendado para para las arrugas y las manchas de la piel.
Los egipcios se preocupaban también por otros campos como la higiene bucodental o el cabello con un sinfín de rituales.
Por su parte, el maquillaje se empleaba con fines terapéuticos. Por ejemplo, numerosos papiros médicos constatan la presencia de auténticas recetas que se utilizaban para proteger los ojos contra enfermedades que existían debido al clima del Antiguo Egipto, especialmente durante la crecida del Nilo. Hombres, mujeres y niños, todos los egipcios se maquillaban con independencia de su clase o estrato social.
Además, eran expertos en la química de soluciones y ya conocían las técnicas del envasado.
Hablar de belleza en Egipto significa también hablar de Nefertiti, a quien el pueblo egipcio adoraba y que en ocasiones se la llegó a representar incluso como una diosa. Su nombre significa “la belleza ha venido”. Además de esta belleza que la ha convertido en la mujer más hermosa de la antigüedad, Nefertiti era una mujer con carácter, muy inteligente y que supo mover los hilos necesarios para tener una vida próspera y llena de lujos y comodidades.
Estas costumbres y rituales de belleza utilizadas por los egipcios fueron copiadas por los griegos. Mientras los primeros asociaban la belleza a algo mágico capricho de los dioses, en Grecia, la belleza se centraba en bases más científicas, derivadas de los estudios de varios sabios de la época.
En la Grecia clásica, de la misma manera que en el Antiguo Egipto, el culto al cuerpo era algo común y propio tanto de hombres como de mujeres. El ideal de belleza clásico buscaba cuerpos esbeltos, medidas proporcionadas y pieles completamente tersas e inmaculadas.
El canon de belleza griega se define como la armonía de las partes en el todo y estaba basada en las proporciones, la perfección y la armonía.
Como es sabido por todos, el lienzo sobre el que se plasma la belleza es la piel y los griegos incluían en su vida cotidiana rituales para conservar este tesoro que, según ellos, les habían concedido los dioses. Su pureza era tan importante que utilizaban ungüentos para blanquearla con una mezcla a base de yeso, harina y albayalde (carbonato de plomo), que al final obtenía resultados totalmente contrarios a los deseados ya que, en contacto con el sol, oscurecía el rostro.
En su búsqueda de una piel sana y firme, las mujeres de la Grecia Clásica daban gran importancia al ejercicio físico, los baños y los masajes. Así conseguían una piel firme y una figura grácil y libre de grasa.
La inquietud por la estética con independencia del sexo o la edad, era algo común también a todos los estamentos sociales y, de hecho, fueron los griegos los que difundieron posteriormente por Europa una gran cantidad de productos de belleza y fórmulas de cosmética.
A partir de este momento, aparecen los kosmetes, profesionales dedicados al cuidado y la belleza del cuerpo. Tal era la atención que le prestaban a este sector que se decía que “en Atenas no había mujeres viejas ni feas”.
Aunque el maquillaje pierde importancia a favor de la naturalidad, es en esta época cuando encontramos creaciones tan modernas y actuales como las máscaras de pestañas.
El maquillaje usado por los griegos buscaba, ante todo el cutis blanco e inmaculado. Utilizaban soluciones a base de ceras y albayalde (carbonato de plomo) para intentar conseguir una piel perfecta. El problema de estas soluciones no era otro que su toxicidad. Los labios eran coloreados con una mezcla de hierro oxidado, ocres y cera de abejas. Además, teñían sus mejillas con la intención de contrarrestar el blanco de su tez. Los ojos eran coloreados con Khöl, una herencia de los egipcios. Los colores empleados eran, especialmente, negros, azules o grises.
Aunque los cosméticos en general eran importantes, si había una parte del cuerpo que era tratada con especial cariño era el cabello. El pelo rubio causaba furor, y teniendo en cuenta que la mayoría de la población contaba con un cabello oscuro, no es de extrañar que se las idearan para obtener diferentes tratamientos que pudieran aclarar sus cabelleras. Las esclavas llevaban el pelo corto mientras que las mujeres libres lo llevaban largo. Además, las damas solteras podían llevarlo suelto mientras que, una vez casadas, debían recogerlo con un gran despliegue de accesorios como horquillas, diademas o tiaras.
La depilación estaba bastante extendida, tanto en hombres como en mujeres desde sus antepasados egipcios. Para ello utilizaban diferentes soluciones que tenían la finalidad de quemar el pelo.
Esperamos que hayáis disfrutado y aprendido algo nuevo sobre el mundo de la cosmética y nos despedimos hasta la semana que viene.
Un saludo para todos,
Equipo Hialucic