10 noviembre, 2014

PSICOLOGÍA DE LA BELLEZA

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¿Qué importancia tiene el aspecto físico, la belleza y la cosmética en nuestros días? Parece innegable que hoy en día la belleza es un fin que la gran mayoría ansía. Ha dejado de ser cosa de mujeres, ya no se distingue sexo, edad, ni otras muchas variables personales pero, ¿qué hace que unas personas se preocupen más o menos por su aspecto físico? ¿qué factores desencadenantes, precipitantes y mantenedores condicionan esta preocupación? Existen personas que no parecen preocuparse por su imagen, mientras otras no pueden bajar a comprar el pan sin maquillarse ¿por qué ocurre esto? Aunque cada vez está más claro que mente y cuerpo se encuentran estrechamente relacionados, existe una tendencia a separar el cuidado de cada una de las partes. Pero, ¿y si cultivar el cuerpo y la mente, no estuviera tan separado como pensamos?

Efectivamente, la psique y el cuerpo se encuentran cada vez menos disociadas, pues constructos psicológicos como la personalidad o el conocimiento relacional implícito son factores con un papel fundamental en la belleza y la percepción de esta, pues determinan lo que mostramos, lo que ocultamos y cómo lo hacemos. Condicionan nuestros hábitos y costumbres, entre los cuales se encuentran los hábitos de salud y belleza.

Ahora, os planteo otra pregunta ¿crees que eres imparcial a la hora de juzgar a las personas por su apariencia física? Aunque a muchos les gusta pensar que juzgan a las personas por lo que son, nuestro cerebro, cuando vemos a una persona por la calle o cuando nos acaban de presentar a alguien, tarda apenas un instante en decidir si una persona nos gusta o no o si nos cae bien o no, y en esta decisión no está influenciada por otra cosa más que por la apariencia física. Obviamente lo que unos consideran bueno o malo, bonito o feo varía en función de muchas cosas, como la cultura o lo que ha podido observar y escuchar en su casa desde su más tierna infancia, pues se ha podido observar a través de diferentes experimentos que un bebe, ante la posibilidad de elegir, siempre se decanta por la persona más atractiva, de la misma manera que son capaces de encontrar a la madre y mostrar gestos de agrado cuando ven la cara de esta, por muchas caras bonitas que se les enseñe.

A las personas guapas se les atribuye mejores características de personalidad, que tienen buenas relaciones, son simpáticas, tienen muchos amigos… y demás características deseables. Esto es lo que se conoce como efecto halo.  Por supuesto, esa primera impresión puede cambiar en ocasiones, pues conocemos a una persona y descubrimos que es diferente de lo que habíamos juzgado a simple vista, o muchas veces conforme vamos conociendo a una persona, la vemos más guapa, he ahí el efecto de la personalidad sobre la percepción y el juicio del aspecto físico.

Por lo tanto, aunque juzgamos en base al aspecto físico en un primer momento, para poder modificar lo que los otros perciben no es importante solo lo que se ve, pues factores psicológicos juegan un importante papel tanto en nuestra apariencia, como también en nuestra salud, la psicosomática lo sabe bien. Lo que se ve está condicionado por aquello que escapa a los ojos.

Existe entonces una relación bidireccional en el que los factores orgánicos afectan a los psicológicos y viceversa. Como en el caso del órgano más grande del cuerpo humano, la piel, continuamente cambiante, que recubre al ser humano y revela como un libro abierto estados de ánimo, emociones o problemas de salud funcionando en muchas ocasiones como un sistema de alarma; pues, como afirmaba hace poco la revista Telva “La piel habla: el tono, la textura y  la forma del rostro son sus portavoces”. La piel refleja las emociones porque sus células son controladas y moduladas por el sistema nervioso cutáneo. Los sistemas nervioso, endocrino e inmune están estrechamente relacionados, existiendo entre ellos multitud de vías anatómicas y fisiológicas de interacción. Por este motivo, los factores psicológicos pueden afectar, a través de su influencia en el sistema inmunitario (psiconeuroinmunoligía), al pronóstico de muchas enfermedades (sobre todo enfermedades inmunológicas, endocrinas, infecciosas y oncológicas).

Existen síntomas somáticos, como urticaria, fiebres, dermatitis, eccemas, acné, y un largo etcétera que si bien no aparecen en épocas de estrés, ansiedad y demás afectos negativos, se agravan con estos. Muchas de las reacciones cutáneas (sudor excesivo, palidez, rojeces, urticaria, prurito…) delatan ansiedad, miedos, estrés, angustias, tensiones y otros trastornos psicológicos. Las imperfecciones de la piel, como las manchas, los lunares o las verrugas, desde el punto de vista psicológico, reflejan sentimiento de inadecuación y baja autoestima y la sudoración excesiva, ansiedad.

Pero no solo afecta al comienzo y desarrollo de trastornos en la piel sino también a la respuesta a los tratamientos. El doctor Ted Grossbart, especialista en esta materia del Centro Beth Israel Deaconess de Boston, afirmó en la revista ‘Harvard Women’s Health Watch’ que “La mayoría de las personas que visita a un especialista por problemas de piel tiene algún trastorno psicológico que puede afectar al modo en que responde a los tratamientos”.

El interés por esta relación ha dado lugar al nacimiento de la llamada psicodermatología, una especialidad que trata los problemas de la piel de origen psicológico en la que el dermatólogo será el profesional encargado de intentar resolver esta afección y así ayudar al paciente; y, en los casos en que sea preciso, debe remitir al paciente al psicólogo, quien tratará de ahondar en los factores psicológicos que puedan actuar como precipitantes y mantenedores de la alteración cutánea y solucionar el problema desde ambas vías simultáneamente.

 Retomando el tema de la personalidad del que hablaba al principio, me gustaría resaltar que un estudio realizado por el psicólogo Iris Nowacki, y enlazándolo con el asunto que estamos tratando acerca de lo que la piel dice de nosotros y de nuestro estado, ha confirmado que la piel de una persona revela datos sobre su biografía y su personalidad. La piel no solo dice cosas sobre nuestro estado sino también de nuestra personalidad.

En este estudio participaron más de ocho mil personas de ambos sexos entre 18 y 65 años y el análisis de los resultados, hizo posible distinguir los siguientes cinco tipos de personalidades según las características de la piel:

Personas de acción: son aquellas que hacen cosas, activas, realistas y centradas en la búsqueda de resultados; que emprenden con entusiasmo las situaciones nuevas y que les agrada influenciar a los demás. No suelen prestar demasiada atención a su piel, por lo general grasa y brillante, pero acostumbran cuidar su apariencia física. Les agrada que las toquen y este contacto lo relacionan con el sexo y el éxito. Su piel representa un aspecto importante de su autoestima.

Personas colaboradoras; de gran compromiso social, emocionales, espontáneas, intuitivas, con sentido del humor y sensibilidad; capaces de dar afecto y crear vínculos, que pueden disfrutar de la vida y enfrentar lo nuevo; que les importa el contacto sensorial y que consideran la piel como un órgano de comunicación para poder interactuar. Presentan piel sensible, irritable y predispuesta a sufrir reacciones alérgicas. Cuidar su piel las hace sentir más atractivas sexualmente.

Personas reflexivas; Son introvertidas, solitarias y prácticas. No les agrada relacionarse socialmente prefiriendo estar con gente cercana. No relacionan a la piel con las emociones ni con la personalidad porque para ellas su función es sólo biológica. Dicen tener piel normal y no importarles las huellas de la edad.

Personas moralistas; Fluctúan entre sus miedos y sus emociones; son introvertidas pero les gustaría ser más expresivas y ejercer influencia en los demás. Necesitan estar en equilibrio con su entorno y tratan de evitar la frustración. Sólo aceptan ser tocados por personas muy cercanas, no creen que la apariencia personal sea importante pero cuidan su piel. Tienen ojeras, piel seca o mixta, sensible, muy blanca y sin brillo.

Personas buscadoras; Buscan aprobación y reconocimiento, son instintivas y ambivalentes , observadoras más que hacedoras, tienen una piel poco saludable, con impurezas y puntos negros y no consideran que el contacto esté relacionado con las emociones.

Estas son las cinco personalidades básicas que distinguió la investigación realizada sobre la relación entre las características de la piel, la biografía y la personalidad (que no son las utilizadas como entidades diagnósticas).

Esta conclusión no es nueva, y confirma de nuevo lo que decíamos acerca de que la piel expresa estados emocionales específicos de distinta manera, por ejemplo cuando nos ruborizamos o empalidecemos, o cuando se nos pone la piel de gallina nuestra piel está expresando emociones distintas.

La piel marca la frontera entre el individuo y el medio, entre el yo y el otro. Es la muralla que protege al cuerpo y que nos individualiza como personas.

Espero que disfrutéis de esta semana y de ahora en adelante, ¡escucha a tu piel!

Laura Tormo

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6 octubre, 2014

HISTORIA DE LA COSMÉTICA I: DE EGIPTO A GRECIA

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La belleza nunca ha sido algo absoluto e inmutable, sin embargo, el ser humano siempre ha sentido la necesidad de poseerla y admirarla adoptando distintos rostros según la época histórica y el lugar.

Hoy empezamos la semana echando la vista atrás para descubrir todos los entresijos del sector de la cosmética y la belleza en dos de las civilizaciones más importantes de la antigüedad: Egipto y Grecia. ¡Esperamos que os guste!

La cosmética ha estado unida a la belleza desde las primeras civilizaciones. Algunos expertos consideran la civilización egipcia una preindustria en el ámbito de la belleza y el maquillaje. Gracias a la cantidad de herramientas encontradas podemos saber que, aunque los productos no eran siempre los mejores para la piel, utilizaban unas técnicas muy sofisticadas.

El término belleza para los egipcios no tenía nada que ver con el significado que le conferimos nosotros hoy en día. Para ellos, el término belleza era sinónimo de bueno, de hermoso, de armonioso y, sobre todo, de perfecto. Desde los comienzos de su historia, el hombre egipcio se preocupaba por conservar su cuerpo lo más perfectamente posible. Por este motivo, se valían de los recursos que tenían y se preocuparon mucho por conocer a los animales, las plantas y los minerales que les proporcionasen un mayor y mejor bienestar.

Con respecto a la higiene, los egipcios pensaban que un cuerpo limpio era un cuerpo saludable, por eso, se lavaban varias veces al día incluso con friegas de barro para exfoliarse y arrancar toda suciedad.

Después de la limpieza corporal, el segundo objetivo era conseguir que la piel no se resecase, manteniéndola húmeda, suave y elástica. Para ello, la utilización de ungüentos a partir de aceites tanto animales como vegetales era primordial. También conocieron los beneficios terapéuticos de un buen masaje corporal con aceites y otras sustancias.

Además de esto, mantener un rostro joven ha sido y es la lucha del hombre y la mujer desde la antigüedad. Para conservarse hermosas, se sabe que la mujer egipcia no se exponía al sol, permaneciendo en el interior de la frescura del hogar y utilizando diferentes fórmulas para mantenerla en perfecto estado. Al alcance de todo el mundo estaban las semillas de alholva (fenugreek), una planta utilizada como forraje cuyo aceite estaba recomendado para para las arrugas y las manchas de la piel.

Los egipcios se preocupaban también por otros campos como la higiene bucodental o el cabello con un sinfín de rituales.

Por su parte, el maquillaje se empleaba con fines terapéuticos. Por ejemplo, numerosos papiros médicos constatan la presencia de auténticas recetas que se utilizaban para proteger los ojos contra enfermedades que existían debido al clima del Antiguo Egipto, especialmente durante la crecida del Nilo. Hombres, mujeres y niños, todos los egipcios se maquillaban con independencia de su clase o estrato social.

 Además, eran expertos en la química de soluciones y ya conocían las técnicas del envasado.

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Hablar de belleza en Egipto significa también hablar de Nefertiti, a quien el pueblo egipcio adoraba y que en ocasiones se la llegó a representar incluso como una diosa. Su nombre significa “la belleza ha venido”. Además de esta belleza que la ha convertido en la mujer más hermosa de la antigüedad, Nefertiti era una mujer con carácter, muy inteligente y que supo mover los hilos necesarios para tener una vida próspera y llena de lujos y comodidades.

Estas costumbres y rituales de belleza utilizadas por los egipcios fueron copiadas por los griegos. Mientras los primeros asociaban la belleza a algo mágico capricho de los dioses, en Grecia, la belleza se centraba en bases más científicas, derivadas de los estudios de varios sabios de la época.

En la Grecia clásica, de la misma manera que en el Antiguo Egipto, el culto al cuerpo era algo común y propio tanto de hombres como de mujeres. El ideal de belleza clásico buscaba cuerpos esbeltos, medidas proporcionadas y pieles completamente tersas e inmaculadas.

El canon de belleza griega se define como la armonía de las partes en el todo y estaba basada en las proporciones, la perfección y la armonía.

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Como es sabido por todos, el lienzo sobre el que se plasma la belleza es la piel y los griegos incluían en su vida cotidiana rituales para conservar este tesoro que, según ellos, les habían concedido los dioses. Su pureza era tan importante que utilizaban ungüentos para blanquearla con una mezcla a base de yeso, harina y albayalde (carbonato de plomo), que al final obtenía resultados totalmente contrarios a los deseados ya que, en contacto con el sol, oscurecía el rostro.

En su búsqueda de una piel sana y firme, las mujeres de la Grecia Clásica daban gran importancia al ejercicio físico, los baños y los masajes. Así conseguían una piel firme y una figura grácil y libre de grasa.

La inquietud por la estética con independencia del sexo o la edad, era algo común también a todos los estamentos sociales y, de hecho, fueron los griegos los que difundieron posteriormente por Europa una gran cantidad de productos de belleza y fórmulas de cosmética.

 A partir de este momento, aparecen los kosmetes, profesionales dedicados al cuidado y la belleza del cuerpo. Tal era la atención que le prestaban a este sector que se decía que “en Atenas no había mujeres viejas ni feas”.

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Aunque el maquillaje pierde importancia a favor de la naturalidad, es en esta época cuando encontramos creaciones tan modernas y actuales como las máscaras de pestañas.

El maquillaje usado por los griegos buscaba, ante todo el cutis blanco e inmaculado. Utilizaban soluciones a base de ceras y albayalde (carbonato de plomo) para intentar conseguir una piel perfecta. El problema de estas soluciones no era otro que su toxicidad. Los labios eran coloreados con una mezcla de hierro oxidado, ocres y cera de abejas. Además, teñían sus mejillas con la intención de contrarrestar el blanco de su tez. Los ojos eran coloreados con Khöl, una herencia de los egipcios. Los colores empleados eran, especialmente, negros, azules o grises.

Aunque los cosméticos en general eran importantes, si había una parte del cuerpo que era tratada con especial cariño era el cabello. El pelo rubio causaba furor, y teniendo en cuenta que la mayoría de la población contaba con un cabello oscuro, no es de extrañar que se las idearan para obtener diferentes tratamientos que pudieran aclarar sus cabelleras. Las esclavas llevaban el pelo corto mientras que las mujeres libres lo llevaban largo. Además, las damas solteras podían llevarlo suelto mientras que, una vez casadas, debían recogerlo con un gran despliegue de accesorios como horquillas, diademas o tiaras.

La depilación estaba bastante extendida, tanto en hombres como en mujeres desde sus antepasados egipcios. Para ello utilizaban diferentes soluciones que tenían la finalidad de quemar el pelo.

Esperamos que hayáis disfrutado y aprendido algo nuevo sobre el mundo de la cosmética y nos despedimos hasta la semana que viene.

Un saludo para todos,

Equipo Hialucic

 

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8 septiembre, 2014

COMPRENDER LA PIEL I: ESTRUCTURA Y FUNCIONES

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Mantener y mejorar el estado de la piel pasa, necesariamente, por comprender su funcionamiento interno. De la misma manera que cada persona es única, cada piel también es diferente, pero todas presentan una estructura y una serie de características comunes que vamos a conocer a continuación.

En constante renovación, la piel es el mayor órgano del cuerpo humano ocupando, aproximadamente, 2m² de superficie. En una persona adulta, la piel puede llegar a alcanzar hasta lo 5kg de peso y su grosor varía entre los 0.5mm en las zonas más finas como los párpados, hasta los 4mm en zonas más duras como los talones, por lo que se convierte, además, en el órgano más pesado.

Aunque no solemos prestarle la atención que se merece, la piel no es una simple envoltura protectora del cuerpo, sino el órgano que actúa como frontera activa que separa el organismo del ambiente y nos protege de todas las agresiones de este manteniendo íntegras sus estructuras. Además, la piel actúa como uno de los sistemas de comunicación con el entorno más completos, enviando constantemente señales sociales por medio del olor, el color, etc.

Entre sus muchas funciones, la piel protege el cuerpo humano de cualquier tipo de ataque externo, evita que entren en nuestro cuerpo bacterias y otros organismos perjudiciales a la vez que retiene los líquidos internos, siempre protegiéndonos de la deshidratación. De la piel también dependen ciertas estructuras llamadas anexos cutáneos como son los pelos, las uñas, las glándulas sebáceas y las glándulas sudoríparas.

Capas de la piel

La biología diferencia 3 capas fundamentales en la piel:

  • Epidermis: es la capa más externa de la piel y la más delgada, carece de riego sanguíneo y, a su vez, podemos dividirla en varios estratos (basal, espinoso, granuloso lúcido y córneo), cada uno con sus diferentes funciones.  En su parte más interna, la capa basal, se forman diariamente millones de células que poco a poco van ascendiendo hacia las capas superiores. A medida que se acercan a la superficie pierden su núcleo y se cargan de queratina, formando una rígida capa córnea que protege al cuerpo de las agresiones externas y que está continuamente renovándose. Las células más exteriores se van desprendiendo para dejar su lugar a las recién llegadas, lo que conocemos como descamación o proceso de renovación de la piel, que suele tener lugar cada 3 o 4 semanas. A lo largo de la vida, desprendemos entre 18 y 22kg de células muertas a través de nuestra piel. Además de los queratinocitos, abundan otro tipo de células como los melanocitos (encargados de la pigmentación de la piel), células de Langerhans (encargadas de la protección inmunológica) y células de Mekel (relacionadas con el sentido del tacto).
  • Dermis: inmediatamente debajo de la epidermis está la dermis, una capa unas 20 o 30 veces más gruesa que la primera que actúa como almohadilla del cuerpo frente a lesiones mecánicas y proporciona nutrientes mediante el riego sanguíneo a la epidermis y los anexos cutáneos que también se encuentran en esta capa. Se compone principalmente de fibroblastos y una red de proteínas como colágeno y elastina así como de la sustancia fundamental. El colágeno (tan deseado e idealizado en la industria cosmética) es una de las proteínas más fuertes que podemos encontrar en la naturaleza. Las fibras de elastina dotan a la piel de su consistencia y elasticidad características. En cuanto a la sustancia fundamental, es imprescindible mencionar su alto contenido en mucopolisacáridos entre los que destaca el ácido hialurónico. Con el paso de los años, la dermis se deshidrata, pierde flexibilidad debido a la falta de todas las sustancias anteriores (colágeno, elastina, ácido hialurónico, etc) y los surcos de la piel se acentúan formando las tan odiadas arrugas.
  • Hipodermis: es la capa más profunda de la piel, también conocida como tejido subcutáneo. Ayuda a conservar la temperatura corporal y su grosor suele variar según la zona del cuerpo y la persona. Es rica en tejido graso, que al tener una textura blanda actúa como protección de los órganos del cuerpo y sirve de almacén de energía y de capa aislante. Esta estructura, que es más gruesa en las mujeres que en los hombres, protege los músculos y los nervios y da forma a nuestro cuerpo.

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Una vez conocemos su estructura y sus funciones, las principales afecciones que pueden afectar a la piel o las más comunes son: el envejecimiento, las imperfecciones, la hiperpigmentación o manchas,  la deshidratación o la sensibilidad, así como algunas patologías como pueden ser la dermatitis, la psoriasis o la rosácea que poco a poco iremos tratando en profundidad.

Para finalizar, es imprescindible recordar que mantener y mejorar el aspecto saludable y joven de la piel es un trabajo diario que requiere un hábito. Para ello, es fundamental seguir un tratamiento adecuado para su cuidado a cualquier edad y sea cual sea tu tipo de piel.

¡Os esperamos la semana que viene con un post muy especial de Vicente Tormo!

Un saludo,

Equipo Hialucic

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